Desarrollo científico
Señor Director:
El editorial del día martes «Uso eficiente de recursos para investigación» releva la importancia de la ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento para «elevar la productividad, el crecimiento económico y el nivel de vida de la población».
Nada más cierto. Mientras nuestro país ha mostrado un notable aumento del PIB en los últimos años, nuestra matriz productiva sigue anclada a la explotación de recursos naturales y, cuando el precio del cobre baja, todo el país se estremece. Debemos sacar lecciones de la historia: no hay forma de dar el salto a un modelo de desarrollo más inclusivo y sostenible sin basarse en una nueva cultura que incorpore el aprovechamiento intensivo y tecnológico del conocimiento al quehacer del país. Y lo anterior debe expresarse en un presupuesto acorde para este ámbito acompañado de una capacidad e institucionalidad ad hoc que permita un uso eficiente de los recursos.
Quizás porque el país no ha tenido una política clara de ciencia y tecnología, es que no hemos logrado como sociedad convencernos de dar dicho salto y de realizar las inversiones correspondientes. Con el fin de remediar esta situación, como primer paso en 2015 fue restituido el Consejo de Conicyt, luego de 40 años de receso, instancia en donde estamos trabajando para establecer las políticas y prioridades científicas que el país requiere tomar a la brevedad. En paralelo, el Gobierno se encuentra finalizando un proyecto de ley que creará un nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología, dotado de facultades y capacidades adecuadas para cumplir un rol de diseño de políticas públicas que hoy está desdibujado en el sistema.
Pero no todo termina en el esfuerzo del Estado por reforzar la institucionalidad de ciencia, tecnología e innovación. En paralelo debemos realizar un cambio cultural proclive a la innovación, al emprendimiento y al uso de la ciencia como herramienta para mejorar el nivel de vida de las personas, resolver problemas y contribuir al crecimiento económico. Este cambio cultural debe comenzar por inculcar la educación científica en el aula desde los primeros años escolares (sin distinción de género), proyecto que está siendo realizado entre el programa Explora de Conicyt y el Mineduc. Pero lo anterior es solo el primer eslabón de una larga cadena que pasa por iniciativas de la academia, centros de estudio, medios de comunicación, asociaciones gremiales científicas y no científicas. En el otro extremo de la cadena debe existir un esfuerzo público-privado que apunte a promover la cultura innovadora en las empresas, que son las llamadas a aprovechar la oportunidad de transformar la ciencia y la tecnología en innovación productiva y servicios con valor agregado, que redunden en mayor progreso y bienestar para las personas en Chile.
Mario Hamuy Wackenhut
Presidente del Consejo de Conicyt y Asesor Científico de la Presidencia