La toxina botulínica y su rol en la interacción músculo-hueso
Tras el camino de entender la conversación cruzada entre músculos y huesos, relacionada particularmente con en el aparato masticatorio, se encuentra la Dra. Sonja Buvinic, académica de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, quien ha desarrollado junto a su equipo, investigaciones que permiten analizar y reforzar la idea de que todo lo que afecte al músculo esquelético, tiene consecuencias en el sistema óseo, principalmente, porque hay señales y moléculas que hacen que se sostenga esta dependencia. Bajo ese contexto, el grupo de investigación liderado por la académica, ha analizado el efecto de la toxina botulínica en el ámbito de la interacción músculo-hueso. La toxina botulínica tipo A (conocida comercialmente como Botox®, Dysport® o Xeomin®) es una neurotoxina que “desconecta” al músculo de su neurona motora y, por lo tanto, lo paraliza.
La investigación de la doctora Sonja Buvinic se centra en conocer los efectos adversos de la toxina botulínica dentro de la interacción “músculo masetero – hueso”, lugar donde es inyectada para inmovilizarlo en cuadros de bruxismo severo presentado por pacientes.
En modelos animales, la investigadora ha evidenciado un rápido deterioro del hueso una vez que el músculo es inactivado por medio de la acción de la toxina (después de 7 días se ha evidenciado degradación ósea en modelos animales). Aparte del contexto experimental en modelos animales, en el área clínica, la toxina se usa como método terapéutico. Por otro lado, hay una incipiente línea de investigación que aborda los efectos del botox en los músculos y huesos que se ubican en la parte superior de la cara, este último procedimiento se vincula con el uso cosmético de la toxina, ya que se podría llegar a pensar que si hay una afectación en los huesos de la mandíbula gracias a la inactivación muscular, también puede generar efectos colaterales en otras zonas donde afecte la interacción músculo-hueso.
Parte de los estudios de los efectos de la toxina botulínica en el músculo masetero, músculo fundamental para los procesos masticatorios de los seres humanos, los realiza Julián Balanta, actual estudiante de Doctorado en Ciencias Odontológicas de la Universidad de Chile, quien se incorporó al equipo de la profesional para desarrollar su tesis de doctorado. Así fue como, buscando una herramienta que sirviese de modelo para la parálisis muscular, decidieron ahondar en la toxina, que en Chile se utiliza ampliamente con fines estéticos y clínicos. Sin embargo, en ambas áreas hay una carencia de seguimientos radiológicos que controlen posibles afecciones en el sistema óseo asociado. El grupo de la Dra. Buvinic –enfocados en el área de tratamiento clínico en el cual se usa la toxina botulínica– partió de la premisa que al paralizar el músculo, el hueso “entendería” que no era necesario, y se induciría su degradación.
Por otro lado, Julián Balanta, llegó a Chile en 2015 para desarrollar su doctorado, el cual contempla dos etapas. “La primera, dirigida a un aprendizaje general y la segunda se vincula con la tesis. Fue así como me interesó el proyecto de la Dra. Sonja Buvinic, quien me propuso evaluar qué posibilidades hay de generar nuevos conocimientos en odontología sobre la comunicación molecular existente entre el músculo y el hueso. Ese mismo año, tuvimos unas primeras propuestas sobre células óseas, y en el mismo período, surge en Estados Unidos un reporte clínico piloto en el cual nace la inquietud sobre los efectos que puede tener la parálisis del músculo masticatorio inducida por toxina botulínica aplicada en otras zonas. Así se origina nuestro interés por abordar y esclarecer en mayor profundidad dicha interacción. Siempre enfocados en el área de tratamientos clínicos mediados por la toxina, especialmente en cuadros de bruxismo”, explica.
En palabras de los investigadores, cuando se revisa la literatura, se recalcan los efectos que la toxina botulínica tiene sobre el músculo, especificando estados como debilidad muscular, fatiga y atrofia; sin embargo, ambos aclaran que dichos efectos no están probados en el sistema masticatorio. “En un estudio realizado en Estados Unidos, seleccionaron pacientes femeninas que fueron sometidas a este tratamiento de toxina botulínica en el músculo masetero; posterior a ello, complementaron el tratamiento con un seguimiento radiológico y encontraron que tenían pérdida ósea aparente. Este estudio sirvió como piloto, ya que a partir de él, se comenzó un análisis clínico a gran escala. Hay otros que datan desde 2012, donde también se muestra el deterioro del hueso en algunos modelos animales”, agrega Julián.
La rapidez de los efectos
Dentro de los aspectos más interesantes de esta investigación, destaca que a los dos días de efectuada la inyección de la toxina en el músculo masetero, los investigadores han podido evidenciar marcadores moleculares de degradación ósea en modelos animales. “A los 7 días se ve atrofia muscular evidente, por lo que nos parece prudente y lógico pensar que, si el músculo no funciona, el hueso entiende que no es necesario. Sin embargo, pocas veces se considera al sistema completo en el análisis, sobre todo en etapas de post intervención, cuando estos son factores que se debiesen tener en consideración desde el comienzo, ya que el hueso necesita tanto de la estimulación mecánica del músculo cuando se contrae, como de todos los factores que libera para decirle al hueso: “sí, estoy funcionando, mantente ahí”. Pero si el músculo está atrofiado, el hueso no recibe señales, ni secretadas ni mecánicas, y entiende que tiene que degradarse”, explica la Dra. Sonja Buvinic.
El músculo masetero
El músculo masetero es uno de los principales generadores de inputs biomecánicos de nuestro organismo. “Desde la vida intrauterina, los músculos masticatorios se están moviendo, y si no hay movimiento, el sistema músculo-esquelético completo, no se desarrollará”, agrega Julián Balanta.
A ambos investigadores concierne saber qué efectos produce la toxina botulínica en este músculo, ya que se usa, dentro de otras cosas, como un recurso efectivo para combatir los malestares producidos por el bruxismo. “Lo que no se ha abordado, ni en los estudios preclínicos, ni por parte de los fabricantes de la toxina botulínica para uso cosmético o clínico, es observar qué pasa cuando se genera daño en las articulaciones, y eso es algo fundamental, ya que frente a un uso clínico, el dejar debilitado un hueso que ayude en los procesos masticatorios, sería muy perjudicial”, indica Balanta.
Por otro lado, Julián agrega que “a nivel estético, no se ha evaluado y tampoco preguntado cuál es el nivel de daño óseo (si es que existe) que provoca la toxina una vez inyectada en los músculos faciales. Es probable que si vemos una tomografía, observaremos una pérdida ósea”. Este último punto es el que suscita gran parte del interés de los investigadores, ya que están trabajando en la creación de un modelo que les ayude a responder las incógnitas de la relación músculo-hueso. “Hasta el momento la acción que se observa es de naturaleza biomecánica, pero también se debe analizar el efecto directo que se produce en ese músculo atrofiado. Entendiendo si hay algún cambio en la liberación de factores o en la expresión génica de las células, etc.”, agrega la Dra. Buvinic.
Cabe destacar, que los experimentos que se han probado hasta el momento por parte del equipo de la Dra. Buvinic, están basados en la experiencia de modelos animales frente a usos terapéuticos de la toxina botulínica en cuadros de bruxismo, y si bien estos pueden mostrar variaciones en el tiempo de la degradación del hueso, debido a los diferentes metabolismos de las especies, en palabras de la profesional, aun así cuando los resultados se han visto en animales, se torna necesario efectuar un seguimiento radiológico a los pacientes, al menos cuando hablamos de uso terapéutico de la toxina en el músculo masetero. “En humanos pueden pasar meses o años después de la intervención para encontrar los efectos, por lo tanto, eso se ha dejado de lado teniendo en cuenta que a esos pacientes no se les hace seguimiento por meses. En el mejor de los casos, los pacientes se inyectan una vez, liberan su dolor y no vuelven, pero en el peor de los casos, los pacientes permanentemente están yendo a que se les inyecte cada 3 o 4 meses, y no hay un seguimiento radiográfico asociado”, finaliza la profesional.
Los efectos del botox cosmético en la relación músculo-hueso ¿Un camino poco explorado?
El análisis de los efectos de la toxina botulínica en el músculo masetero está lejos de realizarse de manera continua. Sin embargo, puede que el panorama sea igual de complejo en la industria cosmética, donde la toxina se usa ampliamente para la disminución de las líneas de expresión. Es entonces pertinente preguntarse: Si se pudo comprobar que el uso clínico de la toxina en el músculo masetero genera una pérdida ósea, ¿habrá un símil efecto en los músculos y huesos que rodean, por ejemplo, las líneas de expresión (zona de aplicación de botox más repetida en la industria cosmética)? Según la Dra. Buvinic, “no se sabe porque nadie lo ha buscado. Es un campo abierto donde. Sin embargo, en términos de repercusión de la toxina frente a músculos de la cara derivados de un uso cosmético, no hay suficiente información. Ahora bien, y bajo el contexto de nuestro estudio que se enfoca en analizas los efectos de la toxina en el músculo masetero, existen opiniones que argumentan que al ser este parte de una articulación, hay una mayor degradación del hueso, pero también vale la pena cuestionarse qué pasa en los músculos faciales. En ese sentido, nuestro foco es ver al músculo no solo como un agente mecánico, sino como una estructura activa que secreta factores que mantienen la homeostasis del hueso, lo que un músculo paralizado no hará. En el fondo que nuestra investigación sirva para que se abran nuevas líneas de investigación que no solo dirijan la mirada al músculo masetero, sino a todos aquellos blancos de inyección de botox”.
Bajo esa misma premisa, la investigadora enfatiza que es cierto que los músculos faciales no ejercen tanta fuerza, pero eso no implica que no envíen señales bioquímicas al hueso, acto que no desarrollarán si se encuentran paralizados. Por esto, se podría inferir que los efectos de la toxina en la relación músculo masetero-hueso, podrían ser los mismos en un escenario facial-cosmético. Sin embargo, la literatura es pobre en ese sentido, y no hay estudios que describan qué pasa con el hueso cuando se aplica la toxina botulínica en la parte superior de la cara. Al momento de acceder a tratamientos cosméticos, se deben tomar en cuenta posibles complicaciones o contraindicaciones.
Fotografía: Universidad de Chile
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Periodista: Patricio Grunert Alarcón. ®
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